Por Dolores Arce
Una de las líneas discursivas del gobierno nacional se refiere a una gestión enfocada en «corregir los errores del pasado”. Y no se refiere al pasado más reciente, el nefasto periodo de interrupción democrática a la cabeza de Añez y su pandilla, quienes se abocaron de lleno a saquear y paralizar las empresas estratégicas, con su asalto al aparato estatal, represión y masacres de por medio, en un intento desesperado por retornar al modelo neoliberal y sometimiento a las transnacionales en su más cruda expresión.
No, el presidente Luis Arce se refiere a la gestión de Evo Morales Ayma, durante la cual se desempeñó nada menos como ministro de Economía y Finanzas Públicas, por lo tanto, cartera clave para el diseño y aplicación de políticas económicas. Años de estabilidad económica y política que quedan en la memoria del pueblo boliviano, y que indudablemente pesaron en su designación como candidato presidencial. Recordemos también que el éxito de las políticas económicas fue motivo de varios galardones, reconocimientos internacionales y hasta títulos de “Doctor Honoris Causa” para el ex titular del mencionado ministerio.
Recientemente, a tiempo de criticar la falta de inversión en exploración, el presidente anunció el descubrimiento del campo hidrocarburífero Mayaya Centro- XI, en el Norte del Departamento de La Paz. Afirmación deshonesta, ya que el exmandatario Evo Morales le recordó que la inversión para la exploración de esa área, de más de 70 millones de dólares, data del año 2019.
“El problema de diésel, de dólar tiene una misma raíz, que es la equivocada política de hidrocarburos que se ha hecho cuando él, Evo (Morales), estaba de presidente, así no más hay que decirlo, con claridad. Él se equivocó, no hizo exploración, no se dedicó al tema de hidrocarburos y ahora estamos pagando lo que hace cinco, siete años no se hizo”, fue la acusación lanzada por el presidente Luis Arce Catacora. Olvidándose de que en tal caso, debería golpearse el pecho, ya que él ocupó la importante cartera de Estado entre el 2006 y 2017, retomándola el 2019 después de someterse a tratamientos por un tema de salud.
Pero si de errores del pasado se trata, hoy no solo repetidos sino amplificados, se me vienen a la mente varios.
Empecemos por la excesiva burocratización del aparato estatal, que hoy en día francamente se ha convertido en una agencia de pegas en manos de los allegados, quienes disponen de los cargos y los recursos como si se tratara de su propiedad. No solamente hablamos de personal excesivo, la eficiencia deja mucho que desear, pues pareciera que el afán es inventarse más candados y obstaculizaciones para postergar pagos o servicios adecuados, lo cual por supuesto repercute en la gestión. Demasiados negociados que ponen en riesgo la economía son parte de los errores del presente.
Hay errores del pasado que se convierten en retos para el futuro, como la excesiva tolerancia con el sector agroindustrial, banquero, empresarial, favoreciéndolos con muchas normas y aplazando sin fecha compromisos como aplicación del máximo de 5000 has. para los latifundios y el estricto control de la Función Económica Social (lo que tenía que ser una pausa de 3 años), ahí tenemos de muestra un latifundista logiero del estilo de Branko Marinkovic, que “recuperó” legalmente más de 33.000 has.
La justicia maleada y prorrogada tiene su cuota parte de culpa en este absurdo y aberrante fallo. ¿Otro error fue la excesiva confianza – o ingenuidad? – en el alto mando militar y policial, en los organismos internacionales, entre otros.
Muchos de los actuales funcionarios e integrantes del gobierno, cargan sus errores del pasado a cuestas, con legados familiares ligados a personajes oscuros de nuestra historia y los más, con una absoluta falta de lealtad al Instrumento político, quien – ahí sí un error del pasado – abrió las puertas con una política de “inclusión” y sin pasar por filtros de comprobada consecuencia ideológica orgánica – incubó una generación de Tarajchis y Laqatus. Pero de éstos hablaremos en una próxima oportunidad.