Al Pereyra
El pasado miércoles, el presidente Luis Arce Catacora, planteó cuatro preguntas de su polémico referendo relacionados con la reelección presidencial, la subvención de hidrocarburos y la distribución de escaños legislativos. Su propuesta ambigua y manipulada deja mucha tela por cortar, especialmente sobre la consulta que tiene que ver con la «reelección continua o discontinua del presidente y vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia».
Ante la crisis economía, que ya golpea a millones de bolivianos, la falta de dólares, la escasez de carburantes, el aumento de los precios de la canasta familiar, las constantes advertencias sobre el costo de los pasajes del transporte público y del pan de batalla, el presidente salió con su propuesta fuera de foco.
Hoy por hoy, Arce Catacora, fungido como presidente boliviano, por el voto de millones de personas de la Bolivia profunda, hace un pedido netamente electoral, de ambición personal y de angurria de poder.
Con su pedido de referendo, el mandatario boliviano denota una profunda fragilidad gubernamental, busca liberarse de la responsabilidad de tomar decisiones como jefe de Estado y traslada la consulta a la población para que sea ésta la que vaya a definir o solucionar problemas que le queman las manos.
La propuesta de llevar a referendo la distribución de escaños ya está determinado en la Constitución Política del Estado. Para eso se realizó el Censo de Población y Vivienda donde sus resultados son sagrados y, por lo tanto, el presidente tiene que aceptarlos y no necesita ningún referendo para cumplir con la Constitución.
Con relación a la subvención de los hidrocarburos, la propuesta no es válida porque esta es una decisión netamente gerencial y técnica de parte del Estado, que a través de sus técnicos en hidrocarburos deben encontrar medidas que vayan a solucionar este problema. Es cierto que el país pierde millones de dólares por la subvención, pero hay mecanismos para hallar una solución de fondo a esta problemática.
En este punto, es ridículo preguntar a la población si está de acuerdo en que se le incrementen el precio de los combustibles de acuerdo a los precios internacionales del barril de crudo de petróleo. Obviamente que ningún ciudadano estará en pagar precios más altos por la gasolina o diésel.
Respecto a la propuesta de la reelección presidencial, Arce Catacora demuestra miedo y temor ante una eventual participación del expresidente Evo Morales en la contienda electoral de 2025. Hasta el momento, el gobierno de Arce Catacora ha puesto en marcha un macabro mecanismo como el prebendalismo, la represión, persecución y amenazas a los principales dirigentes del Movimiento al Socialismo (MAS) para inhabilitar a Morales de cualquier elección porque sabe que el apoyo que goza Morales en las provincias y en las ciudades es contundente.
Antes de la propuesta presidencial de referéndum, el líder del MAS había planteado realizar elecciones primarias, abiertas o cerradas dentro el partido político más grande de Bolivia para elegir a sus candidatos que vayan a participar de la carrera electoral de 2025, pero el presidente no aceptó y por medio de sus operadores políticos inventaron un ardid indicando que no corresponde.
El gobierno, y el mismísimo Arce Catacora, sabe y es consciente que no tienen respaldo de parte de la militancia y de la ciudadanía por el mal manejo económico, político y social que llevan a cabo.
Ante cualquier convocatoria gubernamental los que acuden a las concentraciones son en su mayoría empleados públicos y gubernamentales de los cuatro puntos cardinales del país quienes van a “apoyar al gobierno”, caso contrario son amenazados con perder sus fuentes de trabajo. Esta práctica es implantada desde la siniestra vicepresidencia encabezada por David Choquehuanca que por medio de prebendas y pagos ha logrado comprar la conciencia de trabajadores y de algunos movimientos sociales, especialmente en altiplano boliviano.
