El ecofeminismo es un movimiento de mujeres y una teoría que relaciona la lucha feminista de igualdad y equidad de las mujeres con la defensa del medio ambiente y de la madre tierra. Tiene su fundamento en la idea de que la opresión de las mujeres y la explotación de la naturaleza están interconectadas, y que ambas son resultado de un sistema patriarcal y capitalista que valora el dominio, el control y la explotación.
El ecofeminismo surgió en las décadas de 1970 y 1980, en el contexto de los movimientos feministas y ecologistas. Hay pensadoras como Vandana Shiva y María Mies que tienen bases teóricas fundamentales para el desarrollo del movimiento. Esta corriente argumenta que las mujeres, debido a su papel tradicional en la recolección de alimentos, cuidado de los recursos y la crianza, tienen un vínculo especial con la tierra y el medio ambiente.
Propone que la lógica patriarcal y capitalista de dominación y control debe ser reemplazada por una lógica de cuidado, cooperación y sostenibilidad.
Plantea que es necesaria una lucha por la justicia ambiental tomando en cuenta las desigualdades entre mujeres y hombres, pues las mujeres normalmente son las más afectadas por los problemas ambientales debido a sus roles y a su menor acceso a recursos. Promueve la equidad en la distribución de los recursos naturales y los beneficios del desarrollo sostenible, de esta manera se debe valorar y utilizar el conocimiento y las prácticas tradicionales de las mujeres en la gestión ambiental, es decir se tiene que dar importancia al conocimiento local y a la sabiduría ancestral en la protección y sostenibilidad del medio ambiente. Así mismo propone la preponderancia de los cuidados y el respeto hacia la naturaleza, en lugar de la explotación y dominación. En resumen, la necesidad de adoptar prácticas sostenibles que permitan vivir en armonía con el entorno natural.
Algunas propuestas respecto al tema son:
Las ecofeministas deben luchar contra proyectos de desarrollo destructivos, como la minería, la deforestación, la construcción de represas, el excesivo pavimento y cemento en las ciudades en desmedro de las áreas verdes y los bosques. De la misma forma deben promover una agricultura sana y sostenible, con la conservación de semillas y caminar hacia la soberanía alimentaria como forma de resistencia y alternativa al modelo agroindustrial capitalista.
Se debe trabajar en la educación y la concientización sobre la interrelación entre género y medio ambiente. De la misma forma promover transformaciones en las políticas públicas y las prácticas comunitarias hacia una mayor sostenibilidad y equidad. También se deben formular políticas que reconozcan y valoren el trabajo no remunerado de las mujeres en el hogar y la comunidad, y que protejan los derechos ambientales. Y algo urgente es considerar la importancia de la participación de las mujeres en la toma de decisiones ambientales en todos los niveles y también en la definición de presupuestos para desarrollar estas propuestas.
El ecofeminismo es una movimiento que ofrece una perspectiva integral y crítica a través de sus principios y acciones, busca transformar las estructuras de poder y promover un mundo más justo, equitativo y sostenible. Su énfasis en el cuidado, la cooperación y el conocimiento local ofrece una valiosa contribución a las discusiones sobre la justicia ambiental y de género en el siglo XXI.