Por Dolores Arce
Desde su retorno al país, Manfred Reyes Villa la tiene clara: su apuesta es la silla presidencial. Una década de autoexilio dorado en el país del Norte le permitieron hacer amarres con opositores nacionales y auspiciadores internacionales, no en vano su residencia fue “punto de encuentro” de cuanto gusano se haya arrastrado para conspirar y financiar sabotajes permanentes y luego un golpe que de cívico no tenía nada.
La promesa de “Gestión y Desarrollo” fue el canto de sirena para hacerse una vez más de la Alcaldía de Cochabamba, y cual, si fuera empresa familiar, acompañado de su hijo Manfred Junior como concejal, y pese a haber votado anteriormente en otro municipio. Pero el manto cómplice de la prensa benévole lejos de cuestionar esta falta legal y de ética, lavó su imagen cual salvador.
El Bombón es dulce de muchos: En 2023, la revista “Gente de América” lo consideró “mejor alcalde de Bolivia” y este año fue una tal cumbre latinoamericana “Democracia y Desarrollo” made in USA que lo realzó como “mejor alcalde del año”. Claramente hay un interés desmedido por potenciar a un político servil a los intereses del imperio.
Los nexos con personajes nefastos se remontan a sus años mozos. Hijo del general Armando Reyes Villa (ministro de defensa del sanguinario García Meza) el joven Manfred ingresó al Colegio Militar en 1973. Tres años más tarde fue a especializarse en la tristemente célebre “Escuela de las Américas” (Panamá), por donde pasaron la mayoría de los futuros dictadores de nuestro continente en tiempos de la Doctrina de Seguridad Nacional y el Plan Cóndor.
Muy pronto tendría la oportunidad de poner en práctica lo aprendido: En 1980 fue edecán de Luis Arce Gómez. Quién sabe si Manfred fue apenas testigo o inclusive partícipe de hechos sangrientos como la tortura y asesinato de Luis Espinal y Marcelo Quiroga Santa Cruz, la masacre de la Calle Harrington. En aniversarios de estas fatídicas fechas, este ex capitán debería estar en boca de todos.
En 1986 dejó la carrera militar, para convertirse en empresario: como olvidarnos de la inmobiliariaMAREVI, mediante la cual compró hábilmente – a precio de gallina muerta- terrenos y propiedades en zonas sin servicios básicos, ya siendo alcalde y con presupuesto municipal, se encargó de priorizar y asfaltar esas mismas zonas logrando jugosas ganancias.
Su primera afiliación política fue al ADN de Hugo Banzer, luego fundó la Nueva Fuerza Republicana NFR, consolidando una trayectoria política siempre reaccionaria y neoliberal. Prueba de ello, su rol de defensa de la transnacional “Aguas del Tunari” durante la Guerra del Agua el año 2000.
En tiempos de Coalición con el MNR, durante la guerra del gas, se le recuerda a Manfred hasta el último día al lado de los asesinos Goni y Sánchez Berzaín. Unos años más tarde, será firme defensor de los prefectos de la media luna y sus intenciones separatistas, y en enero negro del 2007, operador de armar con bates a la Juventud Qochala (precursora de la Resistencia Juvenil Cochala).
Así que no sorprenderá a nadie su cercanía con políticos de la calaña de Añez, Marinkovic y Camacho. Entre las conexiones internacionales actuales, está la encargada de negocios Debra Hebia, otra joya de la eterna conspiración en contra de los procesos soberanos.
En la misma lógica de “blanqueamiento” para fabricar un candidato que sea del agrado del imperio y sus intereses políticos y económicos en la región, se puede catalogar el sorprendente y direccionado fallo del Tribunal Constitucional Plurinacional, que hace poco estableció la nulidad de los procesos penales contra el alcalde por presuntos hechos de corrupción de cuando era prefecto.
Un bombón con muchos padrinos para allanar el camino de retorno a la derecha rancia, si el pueblo no hace uso de su memoria histórica y conciencia social.