Por Tania Mendoza
¿Dónde está el ministro de economía del gobierno de Evo Morales? Sí, me refiero a Luis Arce, el economista que recibió varios premios por su supuesta “capacidad” para remontar la economía de Bolivia y llevarla a ser una de las primeras en crecimiento.
Nunca existió. La persona sí, la capacidad no.
Hace unas semanas escuché azarosa que el presidente Luis Arce declaraba que “tenía un plan para salvar Bolivia”. ¿Es decir, antes no lo tenía? ¿Los casi cuatro años de su Gobierno fueron solo para elaborar ese plan? Ahora todo encajaba: la crisis económica que vivimos y sufrimos cada día es el resultado de la incapacidad de un individuo que se apropió de logros ajenos.
No existe otra explicación. Bolivia vivió 15 años de estabilidad económica durante el Gobierno del ex presidente del Estado Plurinacional, Evo Morales, quien desde el inicio de su gestión tenía el horizonte claro de lo que quería para el país, y esa mirada solo la tienen quienes conocen el corazón de la patria, a su gente, sus problemas, sus frustraciones y sus sueños.
En esos años, el crecimiento de la economía fue constante y siempre en alza, vinieron tiempos malos, sí, pero Bolivia tenía una economía blindada (era la frase favorita de Arce), pero ese blindaje se construyó en un escenario donde existía un líder que tenía (y tiene) una visión a futuro. La nacionalización de las empresas estratégicas del país fue el primer paso para construir esa estabilidad económica del país.
En el imaginario del pueblo se consolidó la idea de que Arce era un pilar en la construcción de los logros económicos y por ello hoy no se entiende cómo llegamos a un punto donde el Gobierno perdió el control del manejo de la economía. Sí, porque lo perdió y ahora justifico porqué hago esta afirmación.
Dólares: La escasez comenzó en febrero de 2023. El país había bolivianizado su economía, o al menos eso dijo Arce en reiteradas ocasiones, pero de un momento a otro se desató un frenesí entre la gente que andaba en busca de dólares. Unos porque los necesitaban, otros para sacar ventaja, y allí surgió el mercado paralelo o negro, característico de las épocas neoliberales, cuando el dólar subía constantemente.
A diferencia de lo que ocurrió en otros países, el incremento del precio de la divisa, era totalmente especulativo y no representaba que el boliviano había perdido poder adquisitivo, pues en ese momento el precio de los alimentos no se incrementó, como ocurre cuando existe una devaluación real de la moneda. En este caso, lo que sucedió fue el surgimiento de un mercado que especuló con la divisa. ¿Pero qué hizo el Gobierno para parar esta escalada? Nada.
Las declaraciones de prensa iban y venían, ninguna autoridad se hizo, ni entonces, ni ahora, responsable de lo que estaba pasando. ¿Cómo fue que los dólares “desaparecieron”? Señores, aquí alguien no hizo su trabajo y hasta el momento no han rodado cabezas. Bueno, sacaron al ejecutivo de la ASFI, pero pusieron a una viceministra a quien también se le fue el dato.
Arce fue ministro de Economía del país por algo más de 12 años, ¿cómo no se dio cuenta de lo que sucedía con la divisa? Y lo más importante, por qué no hizo nada.
No, perdón sí hizo algo, el autogolpe, que terminó por llevar a la moneda estadounidense a duplicar su valor respecto al tipo de cambio oficial. Hasta antes de este teatro, la moneda se cotizaba entre Bs.9.00 y Bs.10.00 en frontera, para luego subir en su punto más alto a Bs.15.00 el lunes 5 de agosto. De allí fue bajando. ¿Esto es gracias a que el Gobierno hizo algo? No, en el Gobierno no saben hasta cuándo irá a la baja, si subirá, si se mantendrá, no tienen ni idea de lo que ocurre.
Queda dos preguntas en este tema, ¿quién financia el mercado paralelo o negro y quien se beneficia?
Salidas a la crisis: En los primeros párrafos mencioné que el presidente Arce declaró que tenía un plan para salvar la economía del país. Pero no lo tiene, o lo está guardando para cuando se postule para la gestión 2025-2030. Ante la ausencia de un proyecto, decidió irse por el lado fácil, llamó a todos los actores de la economía a sentarse en una mesa de diálogo para “encontrar una salida a la crisis”.
Bárbaro, no como halago, ¿sino como sinónimo de cómo es posible que no tenga un plan y que deba construirlo con los diferentes sectores? A estas alturas, cada quien tratará de salvar su cabeza, sin importar que en el camino deba destrozar lo que queda del Modelo Económico Social Comunitario Productivo en detrimento del pueblo, y las exigencias para el Gobierno serán cada vez más fuertes, pues lo ven débil, sin capacidad de respuesta, sin propuestas, sin liderazgo, que es lo peor. Hasta el próximo artículo.