Por Dolores Arce
En el reino animal podemos encontrar especies que describen a cabalidad el proceder de sus pares humanos.
Pues en especial la clase política parece estar invadida por dudosas conductas, que las denominaremos de TARAJCHIS y LAQATUS, en alusión a un cierto pájaro que tiene por costumbre hacerse del nido ajeno, y otro gusano peculiar que engorda a costa de nuestra cosecha de papa.
La falta de trayectoria, de convicción ideológica y ética revolucionaria ha permitido la aparición de esta plaga que tantos estragos nos está ocasionando. Los ministerios y las entidades públicas o descentralizadas están llenas de ambos especímenes, al igual que parte de quienes accedieron a sus cargos de representación mediante voto, se dejaron contagiar. Las organizaciones sociales no son la excepción: abundan los funcionarios públicos y por colmo de males, paralelismo de por medio, militantes de otros partidos pretenden definir la suerte del MAS-IPSP. Hablamos de Lucio Quispe, militante de UCS y Guillermina Kuno, de TRADEPA, por más que en un acto desesperado y oportunista, hayan intentado anular sus anteriores militancias. Mientras que los auto prorrogados (igual de tarajchis) los aceptan de interlocutores, en el afán de cumplir con las tareas dictadas desde instancias superiores.
Hay personajes que forman parte del entorno presidencial, como varios viceministros(as), directores y demás cargos importantes, que los recordamos en el pasado como supuestamente firmes y leales defensores de Evo Morales, en muchos casos autoridades y/o candidatos frustrados (Gustavo Torrico, Franklin Flores, Alvaro Ruiz por citar ejemplos), no solamente del ámbito político sino también orgánico. De ahí que tenemos a un ex jefe departamental del MAS (Grover García) como cabeza de la Dirección Nacional paralela trucha, acompañado de un ex ejecutivo de los Interculturales (Fidel Surco).
Más pudo la ambición del poder y los beneficios personales, lo que explica que estos individuos hoy le hayan dado la espalda a quien les permitió crecer. La desfachatez llega al extremo de despotricar contra los “14 años” de los cuales fueron partícipes en mayor o menor grado y en su tiempo hasta férreos defensores, como cierta ministra de turbante o uno que otro ministro envalentonado.
Aunque aquí cabe una autocrítica: Como forma de “crecimiento” en algunos departamentos, ciertos altos representantes del MAS promovieron la “inclusión” de personas, pese a los antecedentes nefastos de éstos. Hablamos de Isaac Avalos (Santa Cruz), quien fomentó la aceptación de integrantes de la tristemente célebre Unión Juvenil Cruceñista para cobijarlos como nuevos militantes “arrepentidos”, generando descontento y desencanto en muchos luchadores que habían sufrido agresiones por parte de estas mismas hordas.
Es más, estos individuos fueron premiados con puestos en la Aduana y otros beneficios. Es fácil deducir que durante el golpe de Estado de noviembre 2019, los unionistas infiltrados se unieron a los pitas, es decir, volvieron a su redil. Como tarea pendiente queda el seguimiento a estos elementos que con seguridad se convirtieron en un autogol y una estrategia fallida.
Otras prácticas cuestionables se dieron en torno a la selección de candidatos, que no siempre recayó en la decisión de las bases. Como ejemplo, el año 2020 el concejal por el MAS Joel Flores, con tal de “repetir el plato”, compró su segunda gestión con 35.000 Bs de “aporte”. Craso error, años antes ya vimos su accionar y falta de principios cantándole en su cumpleaños al alcalde Leyes, ahora se ha convertido en chitaku del alcalde Manfred, presente en todos sus actos como firme aliado de SÚMATE.
Cada municipio, provincia y departamento debiera hacer un seguimiento detallado a las autoridades ya sea designadas o electas en los diferentes niveles de gobierno, para juzgar su comportamiento en un futuro próximo. No vaya a ser que los tarajchis, laqatus, sanguijuelas y cucarachas nos ganen la batalla.