Por Juan Cutipa Domínguez
La historia de la humanidad está llena de casos similares a los narrados en la Biblia sobre Judas y Caín. La traición y la envidia, siempre caminaron juntas. Muchos libros se pueden escribir en torno a la traición de Lucho a Evo, al MAS-IPSP y al Proceso de Cambio y los planes para acabar políticamente con Evo porque le tienen miedo en las urnas y le tienen envidia porque el pueblo le es fiel, agradecido y cariñoso.
El gobierno de Luis Arce y David Choquehuanca está en el ocaso. No solo porque le queda menos de un año sino porque es un desastre. No es necesario pedir acortamiento de mandato ni adelantamiento de elecciones porque el arcismo está acabado.
La ineficiencia, la corrupción familiar, el nepotismo, la soberbia y la maldad para perseguir y destruir a sus propios electores, se encargaron de liquidarlo. El gobierno de Arce-Choquehuanca fue parido en las urnas, pero se convirtió en un régimen autoritario, vengativo y lleno de odio.
Evo puso como candidato a Lucho para salvar la economía destruida por la dictadura de Añez y la banda de asaltantes de la derecha boliviana (pititas), que tuvo la “bendición” de obispos fascistas, diplomáticos entrometidos y medios de comunicación carentes de ética e independencia.
Todos los militantes masistas hicieron campaña con sus propios recursos y votaron por Lucho y David. Pero tras el triunfo del MAS-IPSP, en octubre del 2020, estalló el primer signo de traición. Ni Lucho ni David, fueron a recibir a Evo a la frontera La Quiaca-Villazón por donde regresaba el presidente y líder del partido que ganó las elecciones.
David parece haber sido el primero -desde las sombras- en ejecutar el plan destinado a terminar con Evo. El llamado “Jilata” nunca dio la cara y usó palos blancos, testaferros y emisarios para liquidar al jefe de partido más grande de la historia boliviana. En nombre de “renovación”, un viceministro, mano derecha de Choquehuanca, empezó a tirar las primeras piedras a Evo.
Con el silencio cómplice de Lucho, el ataque de funcionarios del gobierno que ganó con la sigla MAS-IPSP, fue creciendo. Ministros -que nunca hicieron vida orgánica en el partido- ahora atacan peor que los ultraderechistas bolivianos a Evo y sus compañeros leales.
Con el plan de ser reelegido, Lucho y su entorno, primero, se apoderaron del gobierno ganado por el MAS y lo convirtieron en un régimen antievista y antimasista; no tuvieron vergüenza de aliarse con la derecha boliviana (Mesa-Camacho-Tuto-Reyes Villa) y se pusieron al servicio de la embajada norteamericana.
Usando métodos de las dictaduras militares y de gobiernos neoliberales, persiguen a compañeros que hicieron campaña y votaron para que el MAS-IPSP recupere el gobierno que estaba en manos de la dictadora Añez. Tras destituirlos de la administración pública sin derecho al debido proceso y solo con la presunción de ser evistas y “radicales”, les abren procesos judiciales.
Dieron cargos y trabajo a gente que nunca hizo algo por el MAS-IPSP, llegando a la vergüenza de contratar pititas y empleados militantes de los viejos y derrotados partidos neoliberales.
Luego, dividieron, asaltaron y se compraron organizaciones sociales. Usando las fuerzas policiales y pagando mucho dinero (con el disfraz de publicidad, por ejemplo) crearon sindicatos paralelos y otras organizaciones serviles y prebendales.
Para destruir a Evo y a los leales al MAS-IPSP, montaron un poderoso aparato judicial y mediático. Golpearon al Legislativo, con sentencias de jueces al servicio del régimen como los auto prorrogados del Tribunal Constitucional, impidiendo a diputados y senadores ejercer el derecho a la petición de informes, interpelación y censura a los ministros arcistas.
Desde el Ministerio de la Presidencia y Viceministerio de Comunicación, llenaron de millones, como pauta publicitaria, a medios privados y derechistas-pititas para callar las barbaridades del régimen arcista y atacar a Evo y los evistas.
Programaron en medios privados y estatales, a supuestos “analistas” y “expertos” en todos los temas para ensalzar a la ineficiente administración gubernamental y culpar de todo a Evo.
Fue tan descarado que los mismos “analistas” hacían un paseo por todos los medios y en una misma mañana o una misma noche por todos los programas que tienen publicidad del gobierno de turno.
De esa forma nacieron los mercenarios de la lengua y “analistas” a sueldo, pagados con los impuestos de los ciudadanos. Usando la chequera de las arcas del Estado, el gobierno traidor de Lucho y David, compró alcaldes y gobernadores, no solo para tenerlos de aliados, sino para que hablen mal de Evo.
En unos casos, alcaldes y gobernadores que comieron de la mano de Evo, vendieron su alma y se volvieron en voceros del odio, la mentira y la envidia contra el líder del MAS-IPSP.
Lucho, David, ministros (sobre todo aquellos a los que Evo les dio la oportunidad de ser algo), los analistas a sueldo, muchos periodistas y presentadores de medios privados y estatales, legisladores y jefes políticos de la derecha, no se cansan de decir que Evo es un cadáver político.
Sin embargo, todo el tiempo hablan de Evo, lo insultan, lo acusan sin pruebas y le vomitan odio, racismo, discriminación y envidia.
La única verdad es que se ocupan de Evo en todos los lugares y en todos los tiempos, porque le tienen miedo. Saben que Evo en las urnas los derrotará. No quieren que ingrese a la cancha. Tratan por todos los medios de inhabilitarlo, anularlo, proscribirlo, detenerlo, encarcelarlo y matarlo.
El odio y la envidia a Evo, une, apasionadamente, al arcismo-choquehuanquismo, con la derecha racista y golpista de Bolivia. Carecen de argumentos jurídicos. Pero les sobra la difamación, el odio, la envidia y el miedo.
Ya es hora de que Lucho, David, sus ministros y empleados fanáticos, empiecen a pensar en su futuro. Está claro que no volverán al gobierno. No podrán ganar una elección con ninguna sigla ni candidato. Quedarán en la calle sin el poder de jueces, fiscales, policías, militares y medios de comunicación. Caminarán desnudos.
Serán perseguidos no por los evistas, sino por su conciencia y por el pueblo. Así como Dios preguntó a Caín: ¿Qué hiciste con tu hermano Abel? (al que lo mató por envidia), la gente de a pie dirá a los arcistas: ¿Por qué fueron traidores y malagradecidos? o ¿Por qué fueron tan malvados con sus propios compañeros que votaron para que el MAS-IPSP gane el gobierno para Lucho y David y los persiguieron peor que los ultraderechistas? ¿Por qué criminalizaron las protestas del pueblo y mandaron a la cárcel a sus hermanos?
Un día no serán nada. ¿Podrán caminar libremente por las calles y pueblos?