Por Sergio de la Zerda
“Congreso” en realidad es una palabra muy, muy grande para lo acaecido en El Alto desde el viernes. En verdad, se trató de una vergonzosa reunión forzada de amigos y empleados de Luis Arce y David Choquehuanca. Vergonzosa y forzada principalmente por tres motivos:
UNO
Coincidió y fue fruto de dos golpes tan abominables como inéditos en nuestra historia democrática, con raíz en el manoseo de la justicia por parte del gobierno. En el tiempo récord de 48 horas, dos salas constitucionales propiciaron duros reveses a la institucionalidad, suspendiendo ya de manera indefinida el proceso de las Elecciones Judiciales y “ordenando” al Tribunal Electoral la supervisión del “congreso” de marras, cuya ilegalidad fue establecida hasta por serviles como los vocales electorales. Ni ellos en principio quisieron poner en riesgo su prestigio al avalar un junte, sin motivo ni orden alguno, convocado por prebendales que, vaya escándalo, no pertenecen al movimiento político al que buscan entrar por la ventana.
DOS
Miles de denuncias se registraron desde hace semanas por parte de servidores públicos honestos, a los que una vez más se les afectó el salario con “aportes extraordinarios”, cuyo destino no sólo es la angurria del presidente, sino la gorda billetera de varios de sus ministros. Y, no contentos con esquilmar el dinero ajeno para provecho propio, los “organizadores” ampliaron el abuso, por supuesto, a la asistencia obligatoria, bajo listas, fichas y sanciones de despido. Ello derivó en que muchas oficinas públicas queden sin atención a la gente que, indignada, reclamó con todo derecho por este otro atropello. Pero ni así pudieron concentrar a más de 30 mil personas (4 mil de ellas policías, según información oficial, muchos seguro que amotinados en 2019) en unas pocas cuadras de una avenida alteña.
TRES
Se puso a total descubierto ahora el único afán de una administración alejada de su pueblo, pero pegada a la usurpación de un liderazgo político y social al que sueñan hacerle sombra, habiendo sido solamente grises burócratas. Así, mientras Arce y Choquehuanca hacen faltar combustibles, dólares, obras e inversión pública para los ciudadanos, en la misma semana se aumentan ellos mismos sus sueldos. No les interesa la economía, menos la democracia, sólo quieren extender su paso por las sillas puestas por el que hoy traicionan para lograr sus mezquinos fines.
Hoy ya lo sabe toda Bolivia. Y debería darles vergüenza, una autoprorrogada vergüenza al menos del tamaño del coliseo de El Alto donde perpetran su “congreso”, una otra obra que, por cierto, dejó Evo sin saber que un día iba a ser ocupada por tan cínicos tarajchis.
*Comunicador y asambleísta departamental por Cochabamba y el MAS-IPSP.