La Paz, 12 de abril (El Nuevo Cambio).- Organizaciones sociales establecieron una serie de contradicciones y datos falsos, sin valor ético y jurídico en el documental del autogolpe que el Ministerio de Gobierno, con el título de “26J”, presentó a la opinión pública.
De acuerdo al análisis, el documental presenta imágenes y conjeturas que se rigen por una presunción de culpabilidad, dañando y violando el debido proceso y acusando a ciudadanos sin ninguna prueba, solo con el afán de justificar una persecución y detención política, contra los que critican al régimen de Luis Arce Catacora.
Las observaciones afirman que al margen de esas presunciones, el Ministerio de Gobierno actúa como Ministerio Público y el ministro Eduardo del Castillo, adelanta sentencias de “forma irresponsable, calumniosa y abusiva”.
“El ministro usa videos de declaraciones del exgeneral Zuñiga y otros detenidos (Sanjinés, por ejemplo), los edita y recorta, los acomoda a sus hipótesis y los emplea como discurso preelectoral a fin de acusar a quienes sabe que son sus enemigos políticos”, dice el análisis.
Entre las observaciones al documental, publicadas en las redes sociales por las organizaciones, se establece que los sentados en el banquillo de los acusados son militares del servicio pasivo, sin mando de tropa, personal subalterno que trabajaba junto al excomandante preso, abogados y activistas relacionados con la oposición, profesionales y dirigentes sindicales contrarios al MAS, el exministro Juan Ramón Quintana y el propio Evo Morales.
Agrega que también se acusa sin una sola evidencia a personal activo o retirado de la embajada de los Estados Unidos en La Paz. Uno de ellos, Sonam Liberman, aparece dentro de un típico círculo acusador por el simple hecho de que su tarjeta de visitas, un pedazo de cartulina apareció en la billetera de alguno de los acusados.
Añade que a la Plaza Murillo no ingresó una sola tanqueta, eran vehículos blindados con una torreta. “La distorsión es constante. El guionista y los portavoces de Lucho insisten en que fueron tanquetas, atraídos magnéticamente por su deseo de recrear hechos ya superados. El detalle no es menor. 500 o 900 soldados no toman el poder y menos con esos tristes pertrechos ni en horario estelar para los noticieros del mundo. Lo dijeron bien quienes analizaron lo ocurrido en esos días: fue un plantón, nunca intento de golpe”.
“Como era de esperarse, el Ministerio de Gobierno no muestra ninguna proclama golpista, ninguna confesión de Zuñiga en ese mismo sentido, nada de nada. Todo lo que ventila son meras conjeturas, frases absurdas extraídas de teléfonos” dice.
El análisis concluye que “implicar a Gonzalo Chávez, Jaime Dunn o Paul Coca en el supuesto complot es de canallas. Ya está de buen tamaño que las investigaciones oficiales se hagan desde la impunidad del diseño gráfico y usando dinero del erario público”.