(El Nuevo Cambio, La Paz, 30 de marzo de 2024).- El narcotraficante Sebastián Marset fugó y se burló del gobierno boliviano (2023). La condena pública por la ineficiencia del Ministerio de Gobierno fue aplastante y este acudió al pretexto empleado por la DEA durante años en Bolivia: el Chapare es responsable.
Al comenzar 2024, el ministro de Gobierno Eduardo del Castillo decía triunfalista que acababa de destruir 25 fábricas de cocaína en el Chapare. “Estas infraestructuras estaban emplazadas en sindicatos que durante 16 años no permitieron el ingreso de la fuerza antinarcóticos” y remató “ya no existe un lugar donde el Estado no pueda ingresar”.
La política antinarcóticos de EE.UU. se resume en que el problema del consumo de cocaína pasa por la erradicación de la coca en Bolivia, Perú y Colombia. Este argumento se sostiene hasta hoy para justificar intervenciones políticas y militares en la región; además, de campañas internacionales para mostrar que quienes producen coca son narcotraficantes, en particular del Chapare.
Cuando los movimientos sociales -no solamente cocaleros- siguieron la línea política de Evo Morales, la DEA y su embajada en La Paz hicieron sonar las alarmas para desplegar esfuerzos por conspirar.
El Chapare, los cocaleros, sindicatos y Evo volvieron a ser jalados por nada menos que el gobierno de Luis Arce al centro de la sucia campaña política para vincularlos con el narcotráfico, con la tierra sin ley, con la zona roja, con la coca excedentaria, con el centro de la producción de cocaína nivel internacional.
Evidencias de la campaña:
- Publicitar al máximo los operativos policiales que descubren “mega fábricas de cocaína”, cuando en realidad son “pozas” de hojas maceradas o en estado líquido. Casi nunca incautan droga física ni detenidos.
- Equipamiento militar y dotación de “flota aérea” para enfrentar a “narcotraficantes” mejor armados, cuando en realidad no se conocen de hechos armados.
- No dar publicidad al desarrollo productivo, económico y social impresionantes del Chapare, precisamente en la gestión de Evo y sus sindicatos.
- Contraponer a los cocaleros del Chapare con los de Yungas; generar rechazo de organizaciones proletarias, agricultores y de clases medias.
Las evidencias de los operativos anti narcóticos en la región chapareña no son comparables con el secuestro de kilos y, en varios casos, de toneladas de cocaína fuera del Chapare. Los expertos dicen que se trata de droga que es introducida desde el Perú hacia las fronteras de Chile, Argentina y Paraguay, que atraviesan territorio boliviano sin muchas dificultades.
Redacción El Nuevo Cambio