Brasilia | Agencias
El embajador de Brasil en Buenos Aires, Julio Bitelli, fue llamado a consultas por el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva. Este hito negativo en la relación bilateral llega luego de que Javier Milei hizo un viaje relámpago a Santa Catarina para que, desde el balneario Camboriú, califique al expresidente brasileño, Jair Bolsonaro, como un “perseguido político”.
Fue en el marco de una nueva gira del presidente Milei, quien había elegido participar de un evento de la ultraderecha en vez de dar el presente en la cumbre del Mercosur que ese mismo fin de semana se reunía en Asunción.
La decisión la hizo pública Itamaraty, al subir una foto de Bitelli junto al canciller Mauro Viera en Brasilia. Al encuentro, luego, se sumó el propio Lula da Silva.
Que el llamado a consultas escale a un problema geopolítico puede significar un grave problema para Argentina. Es que el gigante brasileño es el primer socio comercial del país y parte de las exportaciones industriales -como, por ejemplo, el sector automotriz- tiene como exclusivo destino al país vecino.
Sin embargo, la Cancillería brasileña indicó que la acción diplomática sea solo un llamado de alerta y no el puntapié para romper relaciones. «No es en señal de protesta», deslizaron a varios medios y agregaron que Bitelli volverá al país la próxima semana.
Lo que sí no se puede ocultar es el enojo de Lula. Una de las gotas que rebalsó el vaso fue la decisión de Milei de esquivar la cumbre del Mercosur en Asunción y viajar, ese mismo fin de semana, al balneario Camboriú para la Conferencia de Acción Política Conservadora que orquestó el clan Bolsonaro. Desde el escenario, el presidente argentino dijo que el exmandatario brasileño es un «perseguido político» respecto a las diversas investigaciones que pesan sobre el exmilitar.
Hace apenas un mes, el propio Lula anticipó que no habrá reunión con Milei hasta que el presidente argentino «no pida disculpas al pueblo brasileño». El ultraderechista redobló la apuesta -además de los latiguillos de «comunista» y «corrupto», se le sumó el de «ego inflado»- y no dudó en juntarse plantar al Mercosur para reunirse con el clan Bolsonaro, que le entregó una medalla por no mantener relaciones homosexuales.