Sídney, Australia | Agencias
El fundador de WikiLeaks, Julian Assange, llegó este miércoles a Camberra en un avión privado después de haber formalizado el pacto para su libertad ante un juez de las Islas Marianas (EE.UU.), tras pasar cinco años recluido en el Reino Unido y otros casi siete, refugiado en la embajada de Ecuador en Londres.
“Tras casi 14 años de detención arbitraria en Reino Unido, y 5 años en una prisión de máxima seguridad por su trabajo innovador, Julian Assange ha regresado a casa en Australia”, subraya WikiLeaks en su cuenta de X.
Assange salió del avión poco después del aterrizaje enfundado en un traje oscuro, con camisa blanca y corbata, y con el puño en alto saludó a decenas de medios de comunicación y seguidores que lo aguardaban y vitoreaban en el aeropuerto, según informó la agencia de noticias Efe
El australiano fue recibido en la pista de aterrizaje por su esposa, Stella Assange, a quien besó y con quien se fundió en un abrazo, y por su padre, el arquitecto australiano John Shipton.
Stella Assange declaró que su marido “necesita tiempo y recuperarse” para “acostumbrarse a la libertad” y pidió “espacio y privacidad” antes de que el activista decida “hablar de nuevo”, tras su regreso a Australia como un hombre libre.
“Julian quería estar aquí hoy, pero me ha pedido que lo haga… Tienen que entender por lo que ha pasado. Necesita tiempo, necesita recuperarse y esto es un proceso…”, afirmó Stella Assange en una rueda de prensa en un hotel de Camberra, en la que indicó que su esposo necesita “volver a acostumbrarse a la libertad”.
Acuerdo
Horas antes, Assange se declaró culpable de obtener y publicar secretos militares estadounidenses, en un acuerdo con los fiscales del Departamento de Justicia. Este acuerdo asegura su libertad y pone fin a una larga saga legal que ha planteado preguntas divisivas sobre la libertad de prensa y la seguridad nacional.
El caso penal de intriga internacional, que se ha desarrollado durante años en los principales escenarios mundiales en Washington y Londres, llegó a un sorprendente final en un escenario inusual. Assange, de 52 años, presentó su declaración en un tribunal de distrito de Estados Unidos en Saipán, la capital de las Islas Marianas del Norte.
La mancomunidad estadounidense en el Pacífico está relativamente cerca de la Australia natal de Assange y se acomodó a su deseo de evitar ingresar al territorio continental de Estados Unidos.
El acuerdo requería que el fundador de WikiLeaks admitiera su culpabilidad en un solo cargo de delito grave, pero también le permitía regresar a Australia sin pasar tiempo en una prisión estadounidense.
La jueza lo sentenció a los cinco años que ya había pasado tras las rejas en el Reino Unido, luchando contra la extradición a Estados Unidos por una acusación de la Ley de Espionaje que podría haber conllevado una larga sentencia de prisión en caso de una condena.
Antes de eso, estuvo refugiado durante siete años en la embajada ecuatoriana en Londres. Sonrió levemente cuando la jueza federal de distrito Ramona Manglona le impuso la sentencia, declarándolo un «hombre libre».
La conclusión permite a ambas partes reclamar un cierto grado de satisfacción. El Departamento de Justicia, que se enfrentaba a un acusado que ya había cumplido una condena sustancial en la cárcel, podía resolver, sin juicio, un caso que planteaba cuestiones legales espinosas y que podría no haber llegado nunca a un jurado dado el lento ritmo del proceso de extradición.
Assange, por su parte, mostró una satisfacción a regañadientes con la resolución, diciendo en la corte que, aunque creía que la Ley de Espionaje contradecía la Primera Enmienda, aceptaba las consecuencias de solicitar información clasificada de fuentes para su publicación.
Después de la audiencia, Jennifer Robinson, una de las abogadas de Assange, dijo a los periodistas que el caso «sienta un precedente peligroso que debería ser una preocupación para los periodistas de todo el mundo».